Ratón Pérez
Cuento infantil
Por el P. Luis Coloma, S.J.,
de la Real Academia Española, España
Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil
Sexta reimpresión, 2009
Mudar dientes, además de todo lo que significa en cuanto a crecimiento y desarrollo de los niños, tiene importante carga simbólica y mágica. El diente de leche se convierte en objeto de trueque a realizarse de una manera mágica, con quien sí sabe valorar lo valioso. La noche en que el niño deja bajo la almohada o sobre el buró su blanco tesoro se parece un poco a la de Reyes, por la emoción de recibir un obsequio, porque el pequeño debe irse a la cama temprano y porque tiene prohibido espiar, ante la amenaza de que si lo hace los obsequios desaparecena. Para esta noche en particular, se recomienda a los niños hacer suficiente alharaca en el momento de dejar su dientecito, para que los papás no olviden encerrar al gato, no sea que un goloso minino se engulla al famoso y generoso ratón y se acaba una legendaria tradición.
El cuento infantil Ratón Pérez, de Luis Coloma, de acuerdo con la introducción del libro Buscando a Ratón Pérez, "fue escrito por el autor para el rey niño Alfonso XIII, cuando se le cayó uno de sus dientes de leche. Fue publicado por Razón y Fe, en 1911, con ilustraciones en blanco y negro de Mariano Pedrero". La dedicatoria dice:
A SU ALTEZA REAL EL SERENÍSIMO SEÑOR PRÍNCIPE DE ASTURIAS, DON ALFONSO DE BORBÓN Y BATTENBERG.
Señor:
Hace cerca de veinte años que escribí estas páginas para S. M. el Rey D. Alfonso XIII, vuestro augusto padre. Permitidme Señor, que al reimprimirlas hoy, las dedique á V. A., deseoso de que arraigue en vuestra alma, tan honda y fructuosamente como arraigó en vuestro padre, la sencilla y sublime idea de la verdadera fraternidad humana.
Que Dios bendia á V. A. como de todo corazón lo pide diariamente, su affmo. en Cristo, Luis Coloma, S.J.
La historia cuenta que el rey Buby I, quien comenzó a reinar a los seis años bajo la tutela de su madre, fue gran amigo de los niños pobres y protector decidido de los ratones.
Cuando por primera vez al rey se le meneó un diente fue todo un acontecimiento, que propició opiniones aquí y allá sobre cómo extraer el diente sin dolor ni riesgo alguno. Entre las propuestas más aceptables estaba la de cloforofmizarle, pero no fueron escuchadas por el valiente rey, quien decidió someterse a la sencilla operación de atar una hebra, que en el caso de la real criatura fue de seda encarnada, para que el médico más anciano tirara del diente con acierto y buen pulso. El diente en cuestión "tan blanco, tan limpio y tan precioso como una perlita sin engaste" provocó otro debate entre los ministros de la corte sobre el destino que tendría. Unos querían engarzar la pieza dental en oro y guardarla en el tesoro de la Corona, mientras otros proponían ponerla en el centro de una rica joya y regalarla a la virgen, patrona del reino. Sin embargo, la madre del rey, mujer "prudente y amiga de la tradición", decidió que el rey Buby escribiera a Ratón Pérez una carta muy atenta y la dejase esa noche junto al real diente,
como ha sido y es uso común y constante de todos los niños, desde que el mundo es mundo, sin que haya memoria de que nunca dejase Ratón Pérez de venir á recoger el diente y á dejar en cambio un espléndido regalo. Así lo hizo ya el justo Abel en su tiempo, y hasta el grandísimo pícaro de Caín puso su primer diente, amarillo y apestoso como uno de ajo, escondido entre la piel de perro negro que le servía de cabecera.
El rey Buby escribió la carta, se fue a acostar temprano pero estaba decidido a conocer a tan célebre personaje, para lo cual mientras esperaba al visitante preparaba un discurso para darle la bienvenida. Esperó pacientemente, aunque en ocasiones el sueño lo vencía. Estaba en ésas cuando sintió que algo suave le rozaba la frente.
Incorporóse de un brinco, sobresaltado, y vió delante de sí, de pie sobre la almohada, un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja, terciada á la espalda.
Del susto hasta el discurso se le olvidó, pero pasados unos instantes y ante los buenos modales de Ratón Pérez, entre ambos surgió una hermosa amistad, reforzada por las aventuras vividas esa noche por un rey, convertido en " el ratón más lindo y primoroso que imaginaciones de hadas pudieran soñar" y Ratón Pérez, quien tenía que seguir cumpliendo su misión de intercambio de dientes de leche, en esa ocasión, el de un pequeño que vivía en un barrio de lo más pobre, pero antes Ratón Pérez debía ir a su casa, ubicada en la calle del Arenal, núm. 8, en los sótanos de Carlos Prats (que en nota al pie de página se señala que era famosa tienda de ultramarinos, existente en Madrid, en el lugar citado).
Esa mágica noche el rey Buby I descubrió que todos los niños eran sus hermanos, pese a la pobreza en que vivía la gente, en medio de la cual, sin embargo, había tiempo y devoción para decir las mismas oraciones que él en sus lujosos aposentos, puesto que el pequeño Gilito, a quien Ratón Pérez tenía destinada una monedita de oro, rezaba con su madre por la mañana la misma oración que él: "Padre nuestro que estás en los cielos..."
Enseñanzas morales y religiosas, fantasía y un magnífico uso del lenguaje hacen de este cuento un clásico de la literatura infantil.
Buscando a Ratón Pérez
Francisco Climent, Ma. José Gómez Navarro,
Alicia Muñoz y Manuel Revuelta
Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil
Sexta reimpresión, 2009
El cuento original que Luis Coloma escribió para el niño rey Alfonso XIII y para todos, se complementa con el libro Buscando a Ratón Pérez, que contiene un interesante estudio del autor y su obra. Resulta muy interesante, como lo señalan las autoras del texto dedicado al cuento, que en Japón, por ejemplo Ratón Pérez ha sido reeditado desde 1953 y que en 1999 ya había alcanzado la trigésimo séptima edición y goza de gran fama entre los niños. Esta joya de la literatura española Además contiene información sobre don Cárlos Prats y su bien surtida tienda, en donde el autor ubica el domicilio del famoso ratón.
El viernes pasado, un día después de que la Revista Babar anunciara el cierre del grupo de correo de Yahoo (como lo publiqué en la entrada anterior), recibí por correo postal un paquete, proveniente de La Coruña, España, que contenía tres libros (Ratón Pérez, Buscando a Ratón Pérez y Camino de Santiago. Vía de la Plata, éste escrito por Francisco J. Relloso, publicado por Ediciones Mensajero). Acompañaban a estos libros varios separadores y una tarjeta postal, todo esto enviado por dos amigas babarianas: Lucía Borreguero V. y su hija Noa, a quienes agradezco de corazón su hermosa y enriquecedora amistad y, por supuesto, estos valiosos obsequios.
Queridas Lucía y Noa: muchísimas gracias por estos libros, que como lo apuntan en la tarjeta, eligieron con mucho cariño para que los disfrute. Sin duda que gocé tanto la lectura de los dos aquí reseñados que no resistí la tentación de compartirlos. Estoy segura de que haré lo propio con el del Camino de Santiago. Seguiremos en comunicación. Gracias por su amistad. Reciban un cariñoso abrazo.
Luis Coloma nació el 9 de enero de 1851, en el seno de una familia numerosa de alta clase media muy relacionada con los círculos aristocráticos. Estudió bachillerato en su ciudad natal. A los 17 años marchó a Sevilla a cursar Leyes. Se licenció en Derecho y trabajó como pasante en un bufete.* *
En octubre de 1874 Luis Coloma hizo Ejercicios Espirituales a solas bajo la dirección del P. José Cabello. Allí se confirmó su decisión de hacerse jesuíta.
Coloma vivió 40 años en la Compañía de Jesús. En su vida de jesuíta se pueden distinguir dos fases. Los diez primeros años fueron de vida oculta, dedicada a la formación espiritual e intelectual. Los treinta siguientes los dedica a la misión sacerdotal y literaria.
Una de las fechas más gloriosas fue el 6 de diciembre de 1908, cuando fue recibido en la Real Academia Española.
Murió el 10 de junio de 1915.
El viernes pasado, un día después de que la Revista Babar anunciara el cierre del grupo de correo de Yahoo (como lo publiqué en la entrada anterior), recibí por correo postal un paquete, proveniente de La Coruña, España, que contenía tres libros (Ratón Pérez, Buscando a Ratón Pérez y Camino de Santiago. Vía de la Plata, éste escrito por Francisco J. Relloso, publicado por Ediciones Mensajero). Acompañaban a estos libros varios separadores y una tarjeta postal, todo esto enviado por dos amigas babarianas: Lucía Borreguero V. y su hija Noa, a quienes agradezco de corazón su hermosa y enriquecedora amistad y, por supuesto, estos valiosos obsequios.
Queridas Lucía y Noa: muchísimas gracias por estos libros, que como lo apuntan en la tarjeta, eligieron con mucho cariño para que los disfrute. Sin duda que gocé tanto la lectura de los dos aquí reseñados que no resistí la tentación de compartirlos. Estoy segura de que haré lo propio con el del Camino de Santiago. Seguiremos en comunicación. Gracias por su amistad. Reciban un cariñoso abrazo.