Soy la música del organillero, el silbato del globero
y cinco tonadas que les recuerdan a los otros
su origen orgullosamente mexicano
y cinco tonadas que les recuerdan a los otros
su origen orgullosamente mexicano
(c) María Eugenia Mendoza Arruabarrena
Al principio, no puede determinar la fecha exacta del momento en que comenzó, pero para los fines de sus reflexiones eso carece de importancia. Bueno, decía que al principio la invasión de spots sobre el Bicentenario, que interrumpían cada tres o cuatro minutos, junto con los anuncios a los que ya está habituada, sus programas de radio y televisión favoritos, le molestaban y hasta la ponían de malas quizá porque no les prestaba la debida atención o porque no había entendido la importancia de la fecha, pero poco a poco la repetición de los mensajes logró su objetivo: se sintió más que de costumbre, por costumbre, orgullosamente mexicana.
En las últimas semanas los insistentes spots, en los que entusiastas voces que lo mismo le recuerdan lo que es ser mexicana que relatan en unos segundos pasajes determinantes de la lucha por la independencia, no sólo captan su atención sino que la conmueven profundamente; considera que es un privilegio vivir en estos momentos históricos, en los que la música del organillero, el silbato del globero, la grabación de "hay tamales calientitos...", las cinco tonadas (tatatatata), que emiten los cláxones cuando los muy mexicanos automovilistas les recuerdan a otros sus orígenes y muchos otros sonidos forman parte de su ser, de su ser orgullosamente mexicana.
El entusiasmo la ha llevado a desempolvar los conocimientos de la primaria. Se da cuenta de que los héroes de la patria, desde el Niño Artillero y El Pípila hasta Hidalgo, Morelos, Leona Vicario y Allende, entre muchos otros, han cobrado una dimensión más humana, ya no los ve, como cuando era niña, sólo como imágenes de las estampitas que compraba en la papelería con las que ilustraba los apuntes de historia. Ahora sabe que los héroes fueron personas, como ella, de carne y hueso. Prueba de que tenían huesos como los suyos, es que los de los héroes, después de haber sido científicamente analizados por equipos de especialistas, del tipo CSI, han determinado que los fémures, cráneos y tibias merecen también ser venerados porque fueron los que dieron sustento a los héroes que nos dieron patria.
Contagiada por el entusiasmo del Bicentenario, que es la fiesta de todos los mexicanos, había planeado ir con familiares y amigos al Zócalo, en donde podría, mejor que en cualquier otro lugar, sentir ese orgullo que la levanta todas las mañanas para cumplir sus obligaciones, porque también de eso se trata ser mexicana.
Hoy ha leído que el Zócalo está "blindado". Le cuesta trabajo entender el término, pero finalmente entiende que rodeado de vallas y fuerzas del orden, para que no cualquiera llegue al centro de los festejos. Además, como siempre que hay fiesta o plantón en el corazón del Centro Histórico, las estaciones del metro estarán cerradas. Ha leído que es más recomendable presenciar el espectáculo, cuidadosamente planeado para festejarla a ella y a más de cien millones de mexicanos, en alguna de las 45 pantallas gigantes de Reforma y la Alameda, o todavía mejor, en la comodidad de su casa o en el pabellón mexicano en la Expo Shangai.
Un poco desanimada, pero no tanto, hace los ajustes al plan de sus doscientos años de ser orgullosamente mexicana, aunque sólo tenga veinticinco. Las banderas que ondeará a la hora del Grito; las serpentinas y el confeti y las cornetitas de cartón tricolor esperarán ahí, sobre la mesa de la cocina de su vivienda de treinta metros cuadrados para gritar al mundo su felicidad de ser orgullosamente mexicana.
Es que el Sr. Vicente Nario es sumamente requerido. Ya estuvo por aquí, el 25 de mayo!
ResponderEliminarY qué lo digas, el Vicente Nario de aquí, porque aquí sí tenemos uno que así se llama, heredó un ambiente de fiesta, heredado por otros más, que para qué te cuento lo que quedará del actual.
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario. Va un abrazo.
Creo que podría aplicarse a cualquier celebración del cualquier país...Un abrazo, Mª Eugenia.
ResponderEliminarMaría Eugenia, "la vaca de don Vicente tiene cuernos y no los siente".
ResponderEliminarAunque estos años (20) nos ha tocado bailar con la mas fea, nos
queda, es una lastima que solo sea eso, la voluntad, el deseo, el
jolgorio, el buen animo y la pachanga. México es mucho más aunque todavía no lo sepamos.
Mexicano abrazo.
Sergio Astorga
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerida Carlota:
ResponderEliminarEs muy triste que así sea, que se anuncie con bombo y platillo una fiesta, se gasten millones y millones y no haya nada que festejar.
Te mando un cariñoso abrazo.
P.D. Suprimí el comentario anterior porque no lo había personalizado, no creas que hubo censura.
Querido Sergio:
ResponderEliminarDice el tango: "que 20 años no es nada..." pero por desgracia han sido más de 20 los años de trabajo de millones y millones de mexicanos que saben que México es muchísimo más que la caricatura o las notas rojas que circulan por el mundo, de no ser por ellos, por nosotros, no habría un país llamado México.
En casa, sin tele, habrá guateque, como siempre, la noche del 15.
Te mando un abrazo tricolor. ¡Viva México!