El idioma español es el "petróleo" de España
Día 01/03/2013 - 15.50h
El español, la segunda lengua de comunicación internacional (tras el inglés) y en número de hablantes
Siete millones ochocientos veinte mil es el número de escolares y universitarios que estudian español en Estados Unidos como lengua extranjera. Lo aprenden en un país en el que no es obligatorio, al contrario de Europa, el estudio de lenguas extranjeras. La Asociación de Lenguas Modernas norteamericana en una reciente encuesta confirmaba que el español es, con enorme distancia respecto al francés o el alemán, el idioma extranjero más estudiado en sus universidades. Sólo el número de estudiantes norteamericanos de español supera la población de Cataluña, por ejemplo.
El idioma español es el petróleo de la sociedad española y de las sociedades que se expresan en español. La lengua, hoy, profundamente americana -nueve de cada diez hablantes están al otro lado del Atlántico, y apenas son un 5 por ciento los que pronuncian la «c»- constituye la razón y el sentido de la fortaleza cultural de una nación, su expansión, su profunda vocación atlántica, algo por lo que no solo uno debe sentirse orgulloso, sino maravillado y, al tiempo, sentir, también, una formidable responsabilidad.
El español, en el último tercio del siglo XX y en estas primeras décadas del XXI, es la segunda lengua de comunicación internacional (después del inglés) y es la segunda lengua en número de hablantes nativos, inmediatamente después del chino. En internet, el español ocupa el tercer puesto como idioma más utilizado, tras el inglés y el chino. La presencia del español en la red alcanza un esperanzador crecimiento que se mantiene a lo largo de estos últimos años en torno al 800 por ciento; en twitter es la segunda lengua más utilizada tras el inglés, y en Facebook el número de usuarios es de 80 millones.
Son, de acuerdo con el último censo de la población estadounidense, más de 50 millones los hispanohablantes, sin incluir a la población de Puerto Rico; son, esos 50 millones ya dentro de las minorías los que presentan unas cifras extraordinarias de crecimiento económico e influencia política, social, económica y cultural. Pero la clave está en que no es solo entre los hispanos, sino que, entre las distinguidas y exquisitas universidades de la Costa Este, es decir, entre los «wasp» es en los que el aprendizaje del español se ha disparado en las últimas décadas. De manera que los que mañana serán diplomáticos, políticos, economistas, altos funcionarios, profesores universitarios, investigadores, científicos, ingenieros y demás en la sociedad norteamericana, hoy se preparan con el español en su mochila académica.
Otro detalle, Brasil, después de la Ley Federal nº 11.1615 de 5 de agosto de 2005, en la que se obligaba a todos los centros de enseñanza media a impartir clases en español. De manera que los 6 millones que hoy lo estudian en el gran país que es Brasil se convertirán en 11 millones cuando se puedan ofertar más plazas en función de la creación de nuevos puestos docentes. Sin duda, es cierto lo señalado reiteradamente por el profesor José Luis García Delgado, al idioma español solo le queda cotizar en bolsa para mostrar su rentabilidad. Cerca del 3 por ciento es el porcentaje que aportan las industrias culturales al PIB de España (40.000 millones de euros).
El hecho de compartir un idioma entre más de una veintena de naciones, como es el caso del español, aumenta, en cerca de un 200 por ciento, los intercambios bilaterales. Si, como gustan de recordar en Italia, «las matemáticas no son opinión», las cifras del español, sin falsos engolamientos, ni fatuidades, pero, tampoco, sin el martirologio patrio tan habitual, sobre todo, en medios intelectuales, las cifras del español, cabe insistir en ello, son espectaculares y, en efecto, como las matemáticas, no son opinión. Son hechos gozosamente alentadores.
Como señala, con criterio y sentido, el secretario de las Academias Americanas, Humberto López Morales, el 80 por ciento de los términos utilizados son comunes a todos los países que hablan español. He ahí la fortaleza y el continuo enriquecimiento. El genial mexicanoAlfonso Reyes, a principios del siglo XX, dijo: «Si el orbe hispano de ambos mundos no llega a pesar sobre la Tierra en proporción con las dimensiones territoriales que cubre, si el hablar la lengua española no ha de representar nunca una ventaja en las letras como en el comercio, nuestro ejemplo será el ejemplo más vergonzoso de ineptitud que pueda ofrecer la raza humana».
Sin patéticos alborozos, parece que se ha escuchado la advertencia del gran escritor mexicano Alfonso Reyes, y la lengua española, orgullo y emblema de una cultura, ha seguido sus pasos contados y cantados. Dos instituciones, de Estado, han realizado una labor encomiable, portentosa: Real Academia Española -a la hora de unir y trabajar con el resto de las Academias americanas- y el Instituto Cervantes en su constante y eficaz labor de expandir y proyectar la lengua en el exterior. Ahora sí podemos contestar a Alfonso Reyes: «Estamos en ello», y de qué manera.
Hola María Eugenia, tengo dos hijos estudiando español en EEUU (la tercera ya pasó por esa etapa), y quisiera aclarar que lo enseñan absolutamente mal, los libros vienen con muchos errores, no digo de ortografía, sino de comprensión, modismos, gramática. Entre las anécdotas, mi hijo quiso hacerse pasar por yankee para lograr las notas más altas en un nivel bajo de español, hasta que el profesor hizo una pregunta al azar, y respondió sin acento y correctamente, el profesor lo sacó de la clase y lo mandó al nivel más alto, y no le resultó sencillo, por los ejercicios de gramática. Por supuesto me enteré con el hecho consumado, jajajaa. Besos,
ResponderEliminarHola Myriam:
ResponderEliminarEs una pena lo que dices, porque la enseñanza de un idioma, cualquiera, debe hacerse con el cuidado y profesionalismo que cualquier otra materia.
Tu hijo se vio muy listo, aunque las fuertes raíces culturales lo traicionaron y le haya valido ser promovido al nivel más alto y, se esperaría, más serio.
Van abrazos para ti y tus hijos.
Hola Eugenia, no creas que se salvó de nuestro enojo, yo te cuento la anécdota divertida pero entre nosotros no fue para risa. Podés imaginar mi reacción, tal vez mi marido estuvo más suave. Sinceramente, no creo que aprendan de la misma forma que cuando nosotros estudiábamos ¨castellano¨ pero al menos,es algo. Tengo algo más que decirte que te horrorizará. Hay una serie de libros muy famosos de español (perdón, se me pasó el nombre) y luego de la crisis económica, los profesores aceptan que los alumnos trabajen con ediciones viejas. Es así que mi hija menor nos pide que la ayudemos con un artículo que hablaba de América latina, todo América debajo de EEUU, fundamentalmente México. Y daba unas cifras de enfermedades y analfabetismo espantosas, apoyadas en la ONU pero muy desactualizadas. Nos dió un gran enojo y no llamamos a la profesora porque mi hija intercedió, explicándonos este tema del presupuesto escolar. Un beso,
ResponderEliminarQuerida Myriam:
ResponderEliminarCuando se cuenta una anécdota como la de tu hijo ya pasaron la sorpresa, el malestar y todos esos sentimientos negativos y se da paso a la risa. Lo que pasa es que los chicos a esas edades deben ser más prácticos y calculadores, él sentía que iba a ser el más aventajado y eso es bueno.
Desgraciadamente fuera de Estados Unidos el resto del mundo apenas les importa y por eso denominan a los países y a las regiones como ellos quieren y enseñan lo que sea, como si el tiempo se hubiera detenido en los cincuentas, por decir algo. Estados Unidos se apropió de la denominación América y lo peor de todo es que el resto del mundo lo acepta como verdad absoluta, claro, salvo quienes vivimos en el continente.
Por último, creo que no debes disculparte por decirle al idioma español, en España no se le llama así por razones políticas, ya que tan español es el catalán, el gallego, el asturiano, el euskera y otros como el español. Sin embargo, para los fines comerciales bien que la RAE y fundaciones como la Fundéu usan la denominación español.
Un abrazo fuerte.
P.D. Te escribo a tu correo.