1 de febrero de 1930 - 10 de enero de 2011
No sólo un nudo en la garganta sino lágrimas sinceras ha provocado la noticia de la muerte de María Elena Walsh. El consuelo es que su vida fue plena y su obra queda.
La música de María Elena Walsh, toda ella poesía, ha acompañado y seguirá acompañando la infancia de varias generaciones (mis hijos, ya adultos, la disfrutaban muchísimo, como la disfruta la pequeña Noa, amiga de esta Aldea, hija de Lucía Borreguero, en Madrid).
La poesía de María Elena Walsh, toda ella música, nos seguirá acompañando siempre que pensemos en esa enamorada Tortuga Manuelita, que se fue a París; o cuando pensemos que nunca es tarde para estudiar, como hizo aquella Vaca Estudiosa, así como cuando veamos que "un ladrón es vigilante y otro es juez" (bueno, eso sí ocurre, pero no debería suceder) y que las cosas parecen provenir del Reino del Revés, ahí estará esta creadora y recreadora de mundos, en donde los niños, los animales, los colores y las letras sonríen, sueñan, aprenden y aman.
En el interrumpido Primer Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil (CILELIJ), el año pasado en Santiago de Chile, fue una de las escritoras homenajeadas:
Célebre por su literatura infantil, creó personajes conmovedores, como Manuelita la Tortuga, que inspiró la película Manuelita (1999). Sus temas han sido musicalizados por personalidades como Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat, y trascendieron las fronteras argentinas. Escribió su primer libro a los 17 años, titulado Otoño Imperdonable, texto de poemas que obtuvo el Segundo Premio Municipal de Poesía. En 1952 partió a Europa, radicándose en París durante cuatro años. Allí, con Leda Valladares, formó un dúo que se dedicó a difundir el folclore argentino, recibiendo premios y el aplauso del público. Es esa época comenzó a escribir versos para niños. Desde 1959 escribe guiones para TV, obras de teatro y canciones para niños.
En esta Aldea de las Letras la defensa a la letra Eñe que realizó María Elena Walsh merece un lugar especial:
La eñe también es gente
La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio. Todos evasores de la eñe. ¡Señoras, señores, compañeros, amados niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración. Ya nos redujeron hasta la apócope. Ya nos han traducido el pochoclo. Y como éramos pocos, la abuelita informática ha parido un monstruoso # en lugar de la eñe con su gracioso peluquín, el ~. ¿Quieren decirme qué haremos con nuestros sueños? ¿Entre la fauna en peligro de extinción figuran los ñandúes y los ñacurutuces? ¿En los pagos de Añatuya cómo cantarán Añoranzas? ¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo? ¿Qué será del Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel tapado de armiño y la ñata contra el vidrio? ¿Y cómo graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní? "La ortografía también es gente", escribió Fernando Pessoa. Y, como la gente, sufre variadas discriminaciones. Hay signos y signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K. Otros, pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita segunda, la eñe, jamás considerada por los monóculos británicos, que está en peligro de pasar al bando de los desocupados después de rendir tantos servicios y no ser precisamente una letra ñoqui. A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos manipuladores de las maquinitas, sólo porque la ñ da un poco de trabajo. Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la década del setenta. Una letra española es un defecto más de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada también por pereza y comodidad. Nada de hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños. ¡Impronunciables nativos! Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece. Algo importante, algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido porque así nos canta. No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: escribir con nuestro inolvidable César Bruto, compinche del maestro Oski. Ninios, suenios, otonio. Fantasía inexplicable que ya fue y preferimos no reanudar, salvo que la Madre Patria retroceda y vuelva a llamarse Hispania. La supervivencia de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de software. Luchemos para no añadir más leña a la hoguera dónde se debate nuestro discriminado signo.
Letra es sinónimo de carácter. ¡Avisémoslo al mundo entero por Internet! La eñe también es gente.
María Eugenia, me uno a tu añoranza.
ResponderEliminar"Tantas veces me mataron, tantas veces me morí / sin embargo estoy aquí, resucitando..." María Elena Walsh
La niñez de mis hijos fue muy feliz con la música de María Elena Walsh y de otros compositores maravillosos que veían con amor y respeto a los chicos.
ResponderEliminarTe mando un fuerte abrazo, querido Sergio.
Qué día tan triste, María Eugenia.
ResponderEliminarNosotras nos quedamos, entre tantos escritos maravillosos de esta autora, con "La vaca estudiosa", que tan buen ejemplo le dió cuando aprendió su historia de chiquitina. Gracias por recordarla hoy con tu entrada.
Un abrazo cariñoso, como siempre.
Lucía y Noa.
Queridas Lucía y Noa:
ResponderEliminarEstas noticias nos dejan sin palabras, claro que afloran recuerdos felices y de alguna manera eso mitiga el dolor. Al evocar la obra de los escritores que han sido significativos celebramos su vida.
Las abrazo en este día triste.
Sabés María Eugenia, recién ahora que leo los comentarios on line me doy cuenta que María Elena Walsh era tan conocida fuera de Argentina. Lo cual es loable.
ResponderEliminarUn beso,
Myriam
Hola Myriam:
ResponderEliminarRealmente es una gran artista muy conocida y reconocida. Cuando comencé a hacer radio para niños en una emisora que se llamaba Radio Infantil, la música de María Elena Walsh, junto con la de los Hermanos Rincón, Kitzia y Gabriela, Ezequiel de la Parra, Piero y Qué Payasos era de la más apreciada y solicitada por los pequeños y sus papás.
Dejó un legado hermosísimo que vivirá por siempre.
Te mando un fuerte abrazo.
María Eugenia, siempre he pensado que cuando un artista se va no lo hace con tanto desgarro como el resto de los seres humanos. A mi criteri se debe a que cada vez que leamos, escuchemos o disfrutemos de una de sus obras-como decís que es el caso de Maria Elena Walsh-será una manera de sentirla permanentemente cerca.
ResponderEliminarAdquirir una obra de arte es comprar un pedacito de la inmortalidad de su autor.
Un abrazo sentido.
Hola Alicia:
ResponderEliminarCoincido contigo, la herencia de los grandes artistas hace que su memoria permanezca e incluso en algunos casos su obra crezca.
Ahora somos muy afortunados, no tenemos que comprar la obra de los artistas para obtener ese pedacito de la inmortalidad del autor, la red es generosa y nos permite conocer a artistas de todo el mundo y de todas las tendencia.
Gracias por tu visita y por enriquecer esta entrada. Un abrazo.