Juguemos otra vez. La luna llena
ilumina la noche y el camino.
Juguemos a engañar nuestro destino,
a ignorar toda angustia y toda pena.
Hoy podríamos dar su última cena,
invitarle a beber su último vino
a nuestro lado triste, gris, cansino
y nacer sin edad y sin condena.
En el perchero hay una voz serena,
una sonrisa, una mirada buena,
un espíritu alegre y cristalino…
¿Por qué no comenzar lo que imagino?
Vestirme a nuevo, príncipe y divino,
¡y andar mi vida cual si fuera ajena!
Carlos Marianidis
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