Recuerdo que una amiga, investigadora universitaria, quien realizaba múltiples actividades profesionales, culturales y recreativas, me platicó que un día su hijo de seis años le preguntó: "¿por qué no eres ama de casa?"
Antes de responder cualquier cosa que se le hubiera ocurrido, la asaltó un terrible sentimiento de culpa pues tal vez la pregunta se debía a que ese día la casa lucía desordenada o a su hijo no le había gustado la comida (preparada el día anterior), o su pequeño se había sentido abandonado porque había llegado por él a la escuela diez minutos más tarde; pero también le molestó que su hijo no reconociera que ella trabajaba, igual que su marido y a él, estaba segura, nunca le preguntaría por qué no era amo de casa. Por otro lado, me confesó que no le hubiera gustado la idea de ser encasillada en el concepto de ama de casa, aunque en la práctica, después de su horario laboral, asumía ese rol, con todo lo que implica, incluso el gusto por cuidar a su familia y su casa. Estaba a punto de hablarle de la doble jornada y del rollo feminista, pero recordó el consejo aquel de que primero hay que tener una idea más clara de lo que los niños necesitan saber antes de darles cátedra sobre la vida, el sexo y lo que les inquiete.
Por fin, unos segundos después le contestó con otra pregunta: "¿a qué te refieres con que no soy ama de casa?" El niño no lo pensó mucho y soltó: "pues porque siempre que te pido permiso para ir a algún lado contestas que vas a preguntarle a mi papá; si fueras ama de casa tú serías la más poderosa y tomarías todas las decisiones, sin tener que preguntarle a mi papá".
Mi amiga me dijo que el tono del niño había sido el clásico de frustración, porque tendría que esperar varias horas antes de hacer planes con sus amigos para ir a una fiesta de cumpleaños.
Es fácil imaginar que la apreciación infantil tiene una gran lógica, pues a esa edad las palabras tienen sentido. Es una desgracia que poco a poco lo vayan perdiendo por el desgaste y el mal uso de ellas. Aunque en este caso, si nos remitimos a las diversas acepciones de la palabra "ama" en el diccionario, podremos ver que hay mucha razón en no desear asumirse como tal, pues entre ellas está la de: "criada principal de una casa".
Que una mujer ostentara el título de "ama de casa", en aquel momento del que me hablaba mi amiga (ahora su hijo ya tiene veinte años) y desde la perspectiva del niño podría estar asociado al poder que ejercían personajes de caricatura que eran "amos del universo" y no con la idea de que muchas amas de casa se sienten más bien esclavas, debido a las interminables tareas del hogar y además porque éstas no son reconocidas ni valoradas en su verdadera dimensión económica y cultural.
¿Cuál es la idea que tiene la sociedad actual del ama de casa? ¿Es justo que cuando las mujeres responden en un formulario que se dedican al hogar la gente que lo lee menosprecie dicha actividad? Preguntas como ¿trabaja o es ama de casa?, en ciertas encuestas, resultan de una insensibilidad espantosa puesto que el trabajo dentro de casa es tan digno como otros, pero desafortunadamente no es remunerado ni justamente valorado.
Considero que es muy importante acabar con estereotipos ridículos y reconocer el trabajo de las amas de casa, pues en muchos sentidos, lo seamos de tiempo completo o parcial, somos responsables de aspectos tan importantes para la familia (como quiera que esté conformada) como la salud, la educación y la democracia, del cuidado de los recursos, entre ellos el agua, de llevar a cabo múltiples gestiones comunitarias y del cuidado del entorno.
Quiero aprovechar este espacio para enviar un saludo afectuoso a las creadoras y recreadoras de la cultura y por tanto de la lengua (bibliotecarias, escritoras, críticas literarias, fotógrafas, ilustradoras, maestras, promotoras culturales, madres, tías, abuelas), entre quienes están amigas cuyos blogs sigo cotidianamente y aparecen en la columna de la izquierda, así como a todas las babarianas y a las lectoras voluntarias que participan en el Programa Nosotros entre Libros, de IBBY México, y de otros similares en el mundo. Estoy segura de que todas ellas tienen grandes ideas mientras preparan la comida, tienden la ropa, lavan los trastos, juegan y platican con los niños, alimentan a su mascota, van al banco, al mercado, a la consulta con el médico, llevan a los chicos a las actividades extraescolares, repasan el día con su pareja, planean el día siguiente antes de dormir...
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no debe convertirse en una celebracion comercial más. Ya que existe en el calendario como un día dedicado a las mujeres es necesario que desde la casa, el aula y en cualquier ámbito laboral, cultural y político se reflexione y se trabaje en pro de la equidad, la noviolencia y la justicia.
Antes de responder cualquier cosa que se le hubiera ocurrido, la asaltó un terrible sentimiento de culpa pues tal vez la pregunta se debía a que ese día la casa lucía desordenada o a su hijo no le había gustado la comida (preparada el día anterior), o su pequeño se había sentido abandonado porque había llegado por él a la escuela diez minutos más tarde; pero también le molestó que su hijo no reconociera que ella trabajaba, igual que su marido y a él, estaba segura, nunca le preguntaría por qué no era amo de casa. Por otro lado, me confesó que no le hubiera gustado la idea de ser encasillada en el concepto de ama de casa, aunque en la práctica, después de su horario laboral, asumía ese rol, con todo lo que implica, incluso el gusto por cuidar a su familia y su casa. Estaba a punto de hablarle de la doble jornada y del rollo feminista, pero recordó el consejo aquel de que primero hay que tener una idea más clara de lo que los niños necesitan saber antes de darles cátedra sobre la vida, el sexo y lo que les inquiete.
Por fin, unos segundos después le contestó con otra pregunta: "¿a qué te refieres con que no soy ama de casa?" El niño no lo pensó mucho y soltó: "pues porque siempre que te pido permiso para ir a algún lado contestas que vas a preguntarle a mi papá; si fueras ama de casa tú serías la más poderosa y tomarías todas las decisiones, sin tener que preguntarle a mi papá".
Mi amiga me dijo que el tono del niño había sido el clásico de frustración, porque tendría que esperar varias horas antes de hacer planes con sus amigos para ir a una fiesta de cumpleaños.
Es fácil imaginar que la apreciación infantil tiene una gran lógica, pues a esa edad las palabras tienen sentido. Es una desgracia que poco a poco lo vayan perdiendo por el desgaste y el mal uso de ellas. Aunque en este caso, si nos remitimos a las diversas acepciones de la palabra "ama" en el diccionario, podremos ver que hay mucha razón en no desear asumirse como tal, pues entre ellas está la de: "criada principal de una casa".
Que una mujer ostentara el título de "ama de casa", en aquel momento del que me hablaba mi amiga (ahora su hijo ya tiene veinte años) y desde la perspectiva del niño podría estar asociado al poder que ejercían personajes de caricatura que eran "amos del universo" y no con la idea de que muchas amas de casa se sienten más bien esclavas, debido a las interminables tareas del hogar y además porque éstas no son reconocidas ni valoradas en su verdadera dimensión económica y cultural.
¿Cuál es la idea que tiene la sociedad actual del ama de casa? ¿Es justo que cuando las mujeres responden en un formulario que se dedican al hogar la gente que lo lee menosprecie dicha actividad? Preguntas como ¿trabaja o es ama de casa?, en ciertas encuestas, resultan de una insensibilidad espantosa puesto que el trabajo dentro de casa es tan digno como otros, pero desafortunadamente no es remunerado ni justamente valorado.
Considero que es muy importante acabar con estereotipos ridículos y reconocer el trabajo de las amas de casa, pues en muchos sentidos, lo seamos de tiempo completo o parcial, somos responsables de aspectos tan importantes para la familia (como quiera que esté conformada) como la salud, la educación y la democracia, del cuidado de los recursos, entre ellos el agua, de llevar a cabo múltiples gestiones comunitarias y del cuidado del entorno.
Quiero aprovechar este espacio para enviar un saludo afectuoso a las creadoras y recreadoras de la cultura y por tanto de la lengua (bibliotecarias, escritoras, críticas literarias, fotógrafas, ilustradoras, maestras, promotoras culturales, madres, tías, abuelas), entre quienes están amigas cuyos blogs sigo cotidianamente y aparecen en la columna de la izquierda, así como a todas las babarianas y a las lectoras voluntarias que participan en el Programa Nosotros entre Libros, de IBBY México, y de otros similares en el mundo. Estoy segura de que todas ellas tienen grandes ideas mientras preparan la comida, tienden la ropa, lavan los trastos, juegan y platican con los niños, alimentan a su mascota, van al banco, al mercado, a la consulta con el médico, llevan a los chicos a las actividades extraescolares, repasan el día con su pareja, planean el día siguiente antes de dormir...
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no debe convertirse en una celebracion comercial más. Ya que existe en el calendario como un día dedicado a las mujeres es necesario que desde la casa, el aula y en cualquier ámbito laboral, cultural y político se reflexione y se trabaje en pro de la equidad, la noviolencia y la justicia.
6 comentarios:
Maru, aplaudo de pie tu artículo y recordemos a Sor Juana: Si Aristóteles hubiera cocinado, mucho más hubiera escrito. Grandes ideas creativas vienen cuando lavas platos -el aire se ioniza- cuando arreglas clósets -las tramas atoradas se destraban- etc.
Un inmenso abrazo para ti!
María
Queridísima María:
Muchas gracias por tu comentario, siempre inteligente y enriquecedor. Cuando leemos tu obra no es fácil imaginar que de vez en cuando tienes que alejarte de la computadora para ir al mercado "como la patita, con canasta y rebozo de bolitas" o a hacer las mil y una cosas que demanda el cuidado de un adolescente, un marido, una casa. Te mando otro abrazo, con el cariño y la admiración que mereces.
María, con M de MUJER sí en mayúsculas, porque así luces: en grande.
Falta bastante camino por recorrer efectivamente, nuestro género aún está ensombrecido a pesar de que tenemos luz propia.
La peor discriminación no proviene de los hombres, sino, lamentablemente, de nuestras iguales...
Quedémonos con las palabras de V. Woolf "Cierren sus bibliotecas si quieren; pero no hay puertas, ni cerraduras, ni cerrojo que cierre la libertad de mi espíritu".
Saludos sinceros.
YANIRA
Hola Yanira:
Estoy feliz por tu visita y por tu comentario. Esta cita de Virginia Woolf es extraordinaria y logra el objetivo de estos espacios: enriquecerlos.
Hay que luchar contra ese dicho que dice: "mujeres juntas, ni difuntas".
Recibe un agradecido y afectuoso abrazo.
Mi querida María Eugenia.
Gracias por tus comentarios en mi blog y perdón por no responderte al anterior, pero la falta de tiempo..., ya sabes.
Excelente también tu reflexión sobre la mujer trabajadora (sea cual sea su espacio laboral). Tampoco soy yo proclive a los "días temáticos", me sacan de quicio y me llevan a pensar, ¿acaso el resto de los días la mujer no trabaja?; o, ¿la falta de agua no es la misma?; o, ¿el hambre cesa?; o, ¿los niños dejan de ser esclavizados, las mujeres maltratadas? Queda muy bonito celebrar una efeméride en una fecha determinada y, el resto del año, olvidarla sin más.
Te cuento que, perdóname la cacofonía, "Recuentos urbanos" lo presentaré en Madrid junto con Susana Furphy el próximo lunes 15 de Marzo. Voy a poner ahora la invitación en el blog.
Un beso inmenso y, aunque no te deje mensaje, te leo. Juana.
¡Feliz año de la mujer, ayer, hoy, mañana y siempre!
Querida Juana:
Gracias por visitar esta Aldea y, como en el caso de María y Yanira, enriquecer este espacio con tus reflexiones.
¡Qué emoción que tú y Susana Furphy vayan a presentar Recuentos urbanos en Madrid, me da gusto que una propuesta multicultural como la que se logró en el libro circule por diferentes ciudades.
Te mando un abrazo.
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