viernes, 22 de febrero de 2013

Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería

XXXIV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM)

Como cada año, el Palacio de Minería se viste de libros y revistas, de actividades culturales, de gente que apuesta por esos encuentros maravillosos con autores conocidos y por descubrir.

Además de poder hojear las novedades y las obras que se mantienen en los catálogos de los sellos editoriales grandes y pequeños en nuestro idioma, lo que más me gusta de esta feria es que ofrece una oportunidad única para conocer la oferta riquísima de universidades, centros educativos e instituciones gubernamentales mexicanos, así como las publicaciones de organismos internacionales como la ONU, Unicef, entre otros.

En la planta baja es obligado el recorrido por el espacio de UNAM, magnífica anfitriona de esta fiesta de los libros. Recomiendo planear una visita con mucha calma por la planta alta, en donde están instalados los estands de universidades que tienen una vida cultural muy intensa, como la Veracruzana, que publica la colección Biblioteca del Universitario, dirigida por el escritor Sergio Pitol, en la que lo mismo podemos leer a James Joyce que a Carlos Pellicer, sin duda una maravilla que se antoja tener completa. Reproduzco un fragmento de la presentación de la colección, escrito por el maestro Pitol:
La palabra libro está muy cercana a la palabra libre, sólo la letra final las distancia: la o de libro y la e de libre. No sé si ambos vocablos vienen del latín liber (libro), pero lo cierto es que se complementan perfectamente; el libro es uno de los instrumentos creados por el hombre para hacernos libres. Libres de la ignorancia y de la ignominia. Libres también de los demonios, de los tiranos, de fiebres milenaristas y turbios legionarios, del oprobio de la trivialidad, de la pequeñez. El libro afirma la libertad, muestra opciones y caminos distintos, establece la individualidad, al mismo tiempo fortalece a la sociedad, y exalta la imaginación.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Hagamos un trato



Ma. Cristina Ramírez Ríos, autora del blog Aula de Música, me ha dejado este regalo, que le agradezco de corazón y que naturalmente me ha hecho muy feliz, porque las amistades nacidas en el mundo bloguero se alimentan y enriquecen con los comentarios frecuentes u ocasionales; con estos premios, que nos permiten conocer el trabajo de personas con las que tenemos algo o mucho en común y, con un poco de suerte, con un paseo y unas cañas, disfrutadas en vivo.

Este premio implica algunas condiciones muy fáciles de cumplir:

1. Nombrar a quien te concedió el premio y agradecerlo.
2. Contestar las 11 preguntas que aparecen más adelante.
3. Decir 11 cosas sobre ti.
4. Conceder el premio a 11 blogs con menos de 200 seguidores.
5. Formular 11 preguntas que deberán contestar los blogs premiados.
6. Seguir al menos al blog que te ha otorgado el premio.
7. Informar a los blogs a los que les das el premio.

Sigo el ejemplo de Ma. Cristina, quien a su vez siguió el de mi querida amiga Lola MU y procedo a autoentrevistarme:

1. ¿Cómo surgió el blog?

Tenía el propósito de promover mi libro Peligro en la Aldea de las Letras.

2. Una afición...
Dos: leer y cocinar.

3. Una manía...
Escribir inicios o finales de historias, que termino por abandonar.

4. Un sueño por cumplir...
Tengo tantos, que prefiero no limitarme a uno.

5. Un color...
Azul

6. No puedo vivir sin...
Mi familia, mis amigos y la música de los Beatles.

7. ¿Película romántica o de miedo?
Romántica.

8. Estación del año favorita...
Invierno.

9. Un proyecto...
Publicar otro libro.

10. Un libro...
El Lindero (qué chocante resulto, pero realmente me cambió la vida).

11. Una persona que me inspire...
No es una, en primer lugar mis tres hijos, mi marido y los amigos que he conocido gracias a la red. 

Hagamos un trato, como diría Benedetti y añadamos más eslabones a esta cadena virtuosa, por lo pronto, mi lista de blogs es la siguiente:

¡Feliz Día de la Amistad!




viernes, 8 de febrero de 2013

El artista que pintó un caballo azul, de Eric Carle


El artista que pintó un caballo azul, de Eric Carle
España, Kalandraka, 2012

En múltiples ocasiones los libros, además de contar una historia, son homenajes a personas que dejaron huella en sus autores. Esto es precisamente El artista que pintó un caballo azul, libro ilustrado pletórico de color, que con un mínimo de palabras, nos ofrece la visión de un artista que se divierte pintando animales de colores imposibles en la naturaleza. El escritor e ilustrador Eric Carle vuelca en esta obra su admiración por Franz Marc, a quien descubrió gracias a su maestro de arte de la escuela primaria, de quien aprendió que el arte es libre y hace libre al artista.

Eric Carle nació en Estados Unidos en 1929 y actualmente vive en ese país y dedica su vida al arte, a la divulgación y educación artística y a comercializar todo lo que lleve su sello, como puede verse en su página web, lo que nos da una idea clara de que debe ser un artista muy feliz que vive del arte. Vivió su niñez en Alemania.

En las notas sobre el autor y el pintor homenajeado leemos que cuando Eric Carle tenía doce o trece años su profesor de arte, el señor Krauss, al ver que el niño tenía talento, le mostró a escondidas algunas obras prohibidas. "Me gusta la libertad y soltura que hay en tus dibujos y pinturas -le dijo-, pero sólo me permiten enseñar arte realista". Entre las obras de los artistas prohibidos que el señor Krauss presentó al joven estudiante estaban algunas del pintor alemán Franz Marc. "Señalando las reproducciones, continuó diciendo: 'Fíjate bien en la soltura, la libertad y -¡ay!- la belleza de estos cuadros. Los nazis no tienen ni idea de lo que es un artista; ¡son unos ignorantes!". 

Prohibir obras y perseguir artistas ha sido, es y será cosa de mentes criminales. ¿Qué otra cosa fue el nazismo y qué otra cosa son las dictaduras y los sistemas autoritarios?

Eric Carle dice: "mi burro de colores, mi león verde, mi elefante naranja y otros animales pintados de colores 'equivocados' nacieron de aquel día, hace setenta años".

El homenajeado en este libro, Franz Marc, nació el 8 de febrero de 1880 en Munich, Alemania. Leemos en la nota sobre el autor que "Le encantaba pintar animales de colores brillantes y poco comunes". Fue hijo de un paisajista. Debido a que el servicio militar le impidió estudiar filología optó por la carrera artística. De 1900 a 1902 estudió en la Academia de Arte de Munich con Gabriel Hackl y Wilhelm von Diez. Al año siguiente, durante una visita a Francia conoció el trabajo de los impresionistas en París.

Durante los años siguientes, entre una época en la que sufrió depresión y conoció el trabajo de Paul Gauguin, Vincent van Gogh, los cubistas y los expresionistas dedicó buena parte de su tiempo a dar clases de anatomía animal a artistas. Una exposición de Henri Matisse en Munich, en 1910 dejó profunda huella en él. Ese año tuvo su primera exposición individual. Con Vasily Kandinsky creó Der Blaue Reiter ("El jinete azul"), movimiento cultural que en 1911 ofreció su primera exhibición en la Galería Heinrich Thannhauser, de Munich. Para la segunda exposición, dos meses después, Franz Marc invitó a los miembros del grupo de artistas de Berlín Die Brucke ("El puente").

La obra de Franz Marc me cautivó. Tuve oportunidad de ver algo de él en la exposición  "Gauguin y el viaje a lo exótico", que presentó el museo de arte Thyssen-Bornemisza, así como en el Sprengel Museum, de Hannover, Alemania. Generalmente, cuando leo las cédulas de las obras exhibidas veo las fechas de nacimiento y muerte de los artistas. En el caso de Marc me llamó la atención que murió a la tierna edad de treinta y seis años, en la batalla de Verdun, Francia, el 4 de marzo de 1916. Poco antes de su muerte el gobierno alemán había elaborado una lista en la que se incluían los nombres de artistas notables que deberían ser retirados del frente. Su nombre estaba ahí.

En El artista que pintó un caballo azul se lee: "En el bolsillo de su uniforme encontraron su cuaderno de bocetos con treinta y seis dibujos a lápiz que, según le escribió a su esposa, pensaba pintar al óleo cuando regresara del frente.

Maestros como el señor Krauss que compartió su pasión con sus alumnos y libros como el de Carle, publicado por Kalandraka, podrían despertar vocaciones artísticas que rompan esquemas y den rienda suelta a la creatividad. Ojalá todos los estudiantes tuvieran maestros que permitieran salirse de la "rayita", trazar y colorear de manera no convencional y que las buenas obras destinadas a los lectores de literatura infantil y juvenil sean leídas con esos ojos.