Stanislaw Jaroszek
De novias, esposas y otras cosas
Editorial El BeiSMan
ISBN: 978-1-4851-0226-4
Hace unos días Stanislaw Jaroszek me envió un correo para
avisarme que me haría llegar un ejemplar de su más reciente obra, su segundo
libro de cuentos. Esa noticia y tener su libro en las manos me hicieron romper
el silencio que ha invadido a esta Aldea. Gracias, Stanislaw.
Al autor lo conocí hace tres años en el marco de la Feria
Internacional del Libro de Minería. En esa ocasión platicó, junto con un grupo
de escritores mexicanos, sobre las publicaciones de Ediciones Vocesueltas y de
la revista Contratiempo.
Lo primero que quien conozca a Stanislaw le pregunta es por
qué escribe en español siendo polaco y viviendo en Chicago. En la introducción
de su primer libro, Jaleos y denuncias (Ediciones Vocesueltas), responde:
"Al español le debo mucho. El español me abrió las puertas de las
universidades norteamericanas, y me convirtió en todo un profesional. Es el
español el que cada día trae el pan a mi mesa, y por eso le tengo una deuda de
gratitud".
Esas palabras me conquistaron, pero más todavía sus palabras
escritas y convertidas en relatos en los que el autor siempre está presente
como migrante, como amante de la escritura, la familia y la memoria, como
protagonista o testigo de acontecimientos que marcan la vida de quienes han
tomado la decisión de dejar su casa familiar, su país.
¿Qué inspira las historias de Stanislaw Jaroszek, de dónde
surgen? “Es que yo no invento, yo vivo lo que escribo”, dice el protagonista
del cuento “El escritor”, mientras ve alejarse a la protagonista de todos sus
cuentos. Y seguramente esa sería la respuesta que ofrecería el escritor. No
inventa nada, él cuenta historias que vive, que atestigua.
Como ocurre con los relatos de cotidianidades dolorosas, de
supervivencia en la selva feroz del desarraigo y el desempleo, el lector
desearía que se tratara de mera imaginación, de pura invención de escritor, sin
embargo, la realidad de miles y millones de seres humanos desplazados de sus
tierras de origen en busca de la promesa de una vida mejor es una cruda
realidad que quizá pasa inadvertida para
quienes transitan indiferentes o ensimismados frente a ellos. No obstante, para
un escritor como Stanislaw Jaroszek esas historias vividas o referidas por los
migrantes latinoamericanos con quienes ha aprendido el español colorido de
quienes han dejado atrás a su país pero no su lengua merecen ser contadas, con
la ilusión, tal vez, de que las cosas algún día cambien y nadie caiga en
engaños y amenazas, como los que vivió el personaje de “Un día de Rambo”.
Al leer a Jaroszek es inevitable preguntarse cuántos seres
humanos experimentarán diariamente la humillante esperanza de ser seleccionados
por los enganchadores de jornaleros, cuántos ven avanzar las mancecillas del
reloj y advierten que el rechazo matutino les echó a perder el día y que no hay
forma de saldar las deudas. A cuántos como Tony, mejor conocido como Rambo, les
gusta trabajar rápido, sin descanso, trabajar y no pensar en el hambre, no
pensar en la aparente falta de solidaridad de sus compatriotas, que lo vieron
subirse a la camioneta del gringo gordo, y que no le advirtieron que además de
que no paga es policía.
Las novias y las esposas no son ninguna perita en dulce en
los relatos de este libro. Las relaciones amorosas tienen su alta dosis de
indiferencia, de engaño y aun de abuso. Mientras para unos padres el nacimiento
de su hijo significa un cambio radical "Ya siendo padre uno no se siente
ni tan joven, ni tan invencible, ni tan inmortal. Asimismo nunca más se sentirá
solo"; para otro es como una broma pesada.
En los relatos de Jaroszek la soledad es una constante.
Acompaña al jornalero, al esposo, a la vecina, al hijo que conoció a su padre,
al viejo que fue millonario por un día. Pero también hay amor y humor.
Escribir sirve para recordar pero también para cambiar la
historia que se relata, como ocurre en "Adríán". Escribir para vivir
y vivir para escribir no es nada fácil. Crear personajes, darles vida,
cuidarlos, esa es la gran responsabilidad del escritor. Que se vendan los
libros es importante no tanto para el autor como para sus personajes, nos dice
en "La gran fuga", relato en el que el escritor enfrenta la zozobra
por la fuga de sus personajes, de que su libro quede vacío, pero sabe que pase
lo que pase tendrá que vivir su propio cuento hasta el final.
Stanislaw Jaroszek, maestro, padre de familia, esposo, hijo,
hermano, amigo de latinoamericanos, seguirá viviendo y escribiendo cuentos
porque es escritor.