Canción de Navidad, de Charles Dickens
Ilustraciones de Roberto Innocenti
España, Kalandraka, 2011
Kalandraka Ediciones nos ofrece Canción de Navidad (A Christmas Carol), una de las obras navideñas más conocidas y entrañables de la literatura, ilustrada por Roberto Innocenti, uno de los más grandes ilustradores del mundo.
Surgido de la pluma, siempre crítica, desgarradora y sarcástica, de Charles Dickens, este cuento de Navidad narra la historia del avaro por antonomasia: Ebenezer Scrooge, a quien se le ha dado la oportunidad, en el frío y solitario invierno de su vida, de corregir el rumbo y salvarse del destino terrible que sufren quienes dedicaron su vida a la usura, la avaricia, la explotación y se mostraron insensibles ante las injusticias que sufren los pobres y desvalidos.
La aparición, en la víspera de Navidad, del fantasma de su socio Jacob Marley, quien muriera siete años atrás, tiene el propósito de anunciarle la visita de tres espíritus, los de las Navidades Pasada, Presente y Futura, cuya misión es enfrentar al hombre a vivencias olvidadas durante las navidades infantiles y juveniles; a la difícil realidad cotidiana que enfrenta gente cercana, en la Navidad presente y a una Navidad futura que no vivirá debido a que llegó su vida al final justo en esa época.
-¡Escúchame! -gritó el fantasma-. Mi tiempo llega a su fin.
-Te escucho -dijo Scrooge-. ¡Pero no seas duro conmigo! ¡No te excedas en florituras! ¡Por favor!
-No me preguntes cómo es que puedo aparecer ante ti de forma que me veas. Llevo muchísimo tiempo a tu lado en estado invisible.
Aquella idea no era agradable. Scrooge sintió un escalofrío y se secó el sudor de la frente.
-No es una parte amena de mi penitencia -prosiguió el fantasma-. Estoy aquí esta noche para advertirte de que aún te queda una oportunidad para evitar mi destino. Una oportunidad gracias a mí, Ebenezer.
-Siempre has sido un buen amigo -dijo Scrooge-. ¡Gracias!
-Vendrán a visitarte tres espíritus -continuó el fantasma.
A Scrooge se le abrió la boca casi tanto como la del fantasma anteriormente.
-¿En eso consiste la oportunidad que mencionabas, Jacob? -preguntó con voz trémula.
-Sí.
-Creo... creo que no voy a querer -dijo Scrooge.
-Sin su visita no podrás evitar mi camino -dijo el fantasma-. Cuenta con el primero de ellos para mañana, cuando la campana dé la una.
-Jacob ¿no puedo recibir a los tres juntos? -sugirió Scrooge.
-Cuenta con el segundo para la noche siguiente a la misma hora. El tercero para la siguiente noche, cuando la última campanada de las doce deje de vibrar. No esperes verme nunca más y por tu propio bien, procura recordar lo que acaba de pasar entre nosotros!
Dicho esto, el espectro recogió el pañuelo de la mesa y se lo enrolló alrededor de la cabeza, tal como lo tenía antes. Scrooge se dio cuenta por el ruidito seco que hicieron sus dientes cuando la venda juntó las mandíbulas. Se atrevió a alzar de nuevo la vista y se encontró a su visita sobrenatural frente a él, en una postura erguida y con la cadena enrollada por encima del brazo.
Canción de Navidad nos regala imágenes de diferentes sectores de la sociedad inglesa que celebraban las fiestas con música, bailes, juegos y, por supuesto, comida y bebida, como lo atestiguó en una de las paradas que hizo el Espíritu de la Navidad Pasada durante la celebración organizada por el señor Fezziwig, cuando el joven Scrooge era su aprendiz.
Hubo más bailes, más juegos de prendas, y más bailes, y hubo tarta, y hubo vino caliente endulzado y hubo una enorme pieza de carne asada, y otra enorme pieza de carne cocida, y pasteles de carne, y abundante cerveza.
Qué recuerdos empolvados, qué momentos arrinconados en algún lugar del cerebro y el corazón guardaba Ebenezer Scrooge, quien por la forma en que trata a los demás pareciera que su vida siempre fue un cubo de hiel.
La lealtad y el respeto que sienten los trabajadores honrados por sus patrones resultan inexplicables cuando reciben trato de esclavos. Bob Cratchit, amante esposo y padre de seis, trabaja en duras condiciones y por un mísero salario a las órdenes del viejo Scrooge. A falta de riquezas goza del amor de su familia y, pese a todo, durante el brindis de Navidad levanta su vaso y pronuncia unas palabras a la salud del avaro:
-¡Por el señor Scrooge! -dijo Bob-. ¡Brindo por el señor Scrooge, que patrocina esta fiesta!
-¡Que patrocina esta fiesta? -exclamó la señora Cratchit poniéndose roja-. Ya me gustaría a mí tenerlo aquí. Le iba a decir cuatro cosas y mejor que venga con hambre, a ver si se las traga.
-Cariño -dijo Bob-, los niños.... que es Navidad.
A lo largo del cuento Dickens hace referencia a la mala calaña de los funcionarios públicos, gobernantes, banqueros y representantes de gremios, quienes en mucho se parecen a Scrooge y por tanto su destino, a menos que reflexionen en el daño que hacen a los demás y enmienden sus errores, será vagar eternamente arrastrando pesadas y largas cadenas.
Desgraciadamente la falta de imaginación del puñado de ladrones que ha regido y rige el destino del mundo, el desinterés en la lectura de obras maestras como Canción de Navidad y la incapacidad de reconocer todo el mal que hacen a la sociedad les impide aprender del viejo Scrooge, a quien tanto le aterró la imagen de la muerte del pequeño Tim Cratchit como su muerte en la soledad y el abandono, que prometió celebrar las navidades de corazón y mantener el espíritu de la Navidad durante todo el año.
Canción de Navidad, de Charles Dickens es una lectura placentera, que obliga a reflexionar y valorar lo que hemos vivido, lo que vivimos y esperamos vivir. Las ilustraciones de
Roberto Innocenti le aportan a la narrativa del escritor inglés imágenes realistas que dan luz sobre los paisajes urbanos, las costumbres y modas de la época en que fue escrita la historia, es decir, son el complemento artístico perfecto para un clásico.