lunes, 1 de noviembre de 2010

De diccionarios y palabras que definen actos violentos

 

Algo que me parece maravilloso de los diccionarios impresos en papel es que uno puede hojearlos y ojearlos y de repente detenerse frente a una palabra que puede llamar la atención por diferentes razones, tan simples como el número de letras, como ocurre con a o tan comunes como matrimonio, cuya definición ya se ha quedado corta o una que provoca malestar cuando se leen varias de sus acepciones, como sucede con mujer.

Hay palabras, consideradas malsonantes, que se usan como groserías, por ejemplo, pinche: definida así por el diccionario de la Real Academia Española: 1. com. Persona que presta servicios auxiliares en la cocina. 2. adj. C. Rica, El Salv. y Nic. tacaño (‖ miserable). 3. adj. despect. malson. Méx. ruin (‖ despreciable). El muy popular pendejo: entre cuyas acepciones están: 1. m. Pelo que nace en el pubis y en las ingles. 2. m. coloq. Hombre cobarde y pusilánime. 7. m. vulg. Arg. y Ur. Chico, adolescente. , puede decepcionar a algunos mexicanos, al percatarse que en ninguna de sus acepciones  se refleja la intención de ofender, sin embargo, eso no los disuade de que dejen de usarla para insultar.

Las dudas en relación con la ortografía es lo que más mueve o debería mover a la gente a consultar un diccionario. Hace unos días escuché la intervención de una especialista en imagen que repitió cerca de veinte veces la palabra agujero, en relación con una metáfora en la que hablaba de secretos difíciles de guardar que se convierten en "agujeros negros" para quien los guarda; lo curioso era que cada vez que decía la citada palabra parecía que el fonema g había sido atraído por un agujero negro pues pronunciaba "aujero" o "ahujero" (lo cual es igual, puesto que en español la hache es muda). Sucede lo mismo con palabras como aguja, que no falta quien pronuncie como "aúja", "ahúja" e incluso "abuja" o el término apellido, que mucha gente pronuncia "apeído", como si la elle  también fuera muda.

Razones hay muchas para consultar y tener siempre cerca un diccionario impreso o abierto uno en línea, así como para alegrarse por la edición de este tipo de libros de consulta.

La semana pasada se presentó en la sede de la Real Academia Española el Diccionario de americanismos, editado por Santillana. Sin duda, esta obra enriquece al español (aunque los empobrecidos bolsillos de la gente no la hacen accesible), por las 70 mil voces y 120 mil acepciones de palabras provenientes de un continente que habla, lee, escribe y vive diariamente un idioma que unifica en la diversidad.

A propósito de la presentación de esta obra se publicaron varias notas en los diarios de los dos lados del Atlántico. En una de tantas, concretamente la firmada por el corresponsal de La Jornada Armando G. Tejeda se lee:
Por primera vez, un diccionario recoge la jerga de las mafias del narcotráfico en México y que, desde hace unos años, se ha hecho de uso común en ese país.
Levantón, de uso sólo en México, significa secuestro cuya intención es diferente a la de pedir rescate económico; pase es dosis de droga o aspiración de cocaína; plomear se traduce como disparar a alguien con un arma de fuego; narcocorrido se define como composición musical popular que narra historias relativas al narcotráfico y sus protagonistas para enaltecerlos.
Las razones para incorporar estos términos, que es cierto, cada vez se escuchan  y leen más en todos los medios de comunicación del país y del extranjero, las ofreció el presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, José G.Moreno de Alba, en el sentido de que "la cultura del crimen organizado y los narcotraficantes mexicanos es un nuevo campo semántico que debemos conocer".

La presencia de estas palabras en un diccionario por supuesto que no va a influir para que los delincuentes cometan o dejen de cometer crímenes, con mayor o menor violencia, que al fin y al cabo son crímenes.

Matricidio, parricidio, fratricidio, filicidio y homicidio son palabras que describen asesinatos, y son actos tan antiguos como la humanidad.

Asimismo, desde la acuñación del término femicidio o feminicidio los crímenes que entran en esta categoría no se sabe si han ido en aumento, lo que sí es un hecho es que se denuncian y registran más a menudo.

Ahora se ha acuñado un nuevo término, que no sé si ya haya saltado a las hojas de los diccionarios: juvenicidio:
Ante el perfil de una mortandad que cada año rompe récords en el Valle de Juárez, Víctor Quintana acuñó el término juvenicidios. Los juvenicidios se multiplican hoy por todo el país.
La incorporación de palabras en los diccionarios se supone que es el resultado de la investigación realizada por los especialistas de la lengua, quienes recogen los nuevos términos  de uso común y frecuente, con lo que dejan de ser palabras "inventadas" y pasan al terreno de la legitimidad, sólo desde el punto de vista lingüístico.

Ojalá que estas "narcopalabras" (ignoro si este término se incluyó en el diccionario), recientemente reconocidas como aportaciones del español de México, tampoco influyan en la insensibilización de los ciudadanos, que, acostumbrados a estos hechos, las vean y las acepten como parte de la creatividad y del folclor de los mexicanos.


2 comentarios:

Sergio Astorga dijo...

María Eugenia, palabra por la palabra la realidad es asida y después almacenada.
En la Aldea no podía faltar la mención al diccionario: narcótico de los que buscamos palabras.

Un abrazo sin nicotina.
Sergio Astorga

María Eugenia Mendoza dijo...

Tampoco podía faltar tu comentario, maestro de la palabra y la plástica.
Va un abrazo con cariño.