viernes, 7 de mayo de 2010

Entre gozos y rebozos. Nostalgias del campo

Mónica Pavón leyó "Cortamortaja"

A más de una semana de la presentación de la antología Entre gozos y rebozos. Nostalgias del campo, publicada por Palabras y Plumas Editores y pasadas la emoción, las vacaciones que disfruté con mi marido en Mérida y sus alrededores arqueológicos, y la lectura del libro quiero compartir dos fotos enviadas por Susana Arroyo Furphy, así como un fragmento del texto "De gozos, rebozos y esbozos...", escrito por Susana y Herlinda Dabbah Mustri, compiladoras y editoras de esta obra.

Al evocar el tema del campo nos transportamos a menudo a sugestivas imágenes, donde emanan la placidez y el sosiego. Pinturas como las de José María Velasco con El valle de México o El candelabro de Oaxaca; las obras de Jean Francois Millet con Las espigadoras o El Angelus o las pinturas de Jan Vermeer con La lechera, solo por poner algunos ejemplos, reavivan las experiencias que todos hemos tenido en algún momento de la campiña, y de los pueblecitos que en sus cercanías se establecen. Los gozos que provocan los recuerdos de estas imágenes campestres pueden ser sin duda numerosos, aunque no siempre son estos sentimientos los que dominan nuestra memoria.

La alusión al rebozo, si de cierto su origen es mexicano, también sus equivalentes chal, mantón, chalina, etc., podría encontrarse en otras culturas. La práctica del rebozo arraigado en el entorno del campo tiene usos culturales muy diversos y se viste de acuerdo con la ocasión, con calidades de tela y de diseño y en relación con el estatus social de quien lo porta; en la vida diaria, en fiestas, en bodas, en el pudor de la joven que amamanta, en los sepelios e, incluso, algunas prácticas lo utilizan en la muerte como mortaja, denominado "el rebozo de olor".

Herlinda Dabbah, Alfredo Romo y yo durante la lectura de "En el umbral"

Aprovecho para enviar un cordial saludo a cada uno de los autores reunidos en esta antología. Ha sido muy gozoso, aunque también doloroso (por lo crudo de algunas historias), leer sus relatos.

Felicidades una vez más a Palabras y Plumas Editores.

6 comentarios:

María García Esperón dijo...

El rebozo es una prenda muy literaria. Su lenguaje es el de un libro. Conocí a un gran artista madrileño radicado en México, que hizo de las mujeres arrebozadas mexicanas su TEMA. Y es eso: un misterio a punto de ser develado. Hay tensión en el rebozo, suspense, hipertextualidad y abrazo.

María Eugenia Mendoza dijo...

Es admirable cómo esta prenda favorece el vínculo madre-hijo, cuando vemos a mujeres cargando así a sus pequeños, mientras tienen las manos libres para trabajar. En la antología, sin embargo, nos llevamos alguna que otra sorpresa al leer sobre vínculos que nunca deberían darse, pero ya lo descubrirás.
Gracias, por tu comentario. Por cierto, ¿cómo se llama el artista madrileño?

Sergio Astorga dijo...

A la orilla del palmar yo vide una letra morenita que se tapaba con su rebozo, era tanto su apego que era difícil distinguir quien protegía a quien, misterios de la connotación.

Gozoso abrazo al mirar tu rebozo.
Sergio Astorga

María Eugenia Mendoza dijo...

Querido Sergio:
Esa letra morenita, a veces por tímida, se muerde el rebozo pero cuando descubre a la que llega amistosa vestida de poesía le dan ganas de bailar llena de alegría.
Vuela un abrazo con alas de rebozo.

María García Esperón dijo...

Se llama Manolo de las Casas, pero te hablo de hace 20 años, y que veinte años no es nada...
Cuadros preciosos, también en esta modalidad del rebozo en la cabeza y sobre él un sombrero, muy al estilo de la Doña.

María Eugenia Mendoza dijo...

Muchas gracias, María, habrá que ver esos cuadros.
Veinte años, veinte años...
Te mando otro abrazo y gracias por completar la información.